Yo soy los cantos negros de la playa que gimen cuando el mar deja de lamerlos. Los miro hipnotizada y no puedo evitar jugar a hundir mis pies entre piedras y algas y después sacarlos y ponérselos a una ola para que me los lave.
Juego yo; tú hablas ajeno a la música de crótalos.
Juega también el sol de tarde con las nubes y siento frío y me besas, es hora de marcharse. Y estoy en otra parte porque hago un
viaje que terminaré mañana.
Mañana me agarraré con fuerza a ti y lloraré para soltar todo el miedo
que me da la vida. Será un instante de vértigo y no lo entenderás; sólo sentirás que he dejado en tus manos algo frágil y remendado y no sabrás qué hacer con ello.
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Ti voglio tanto bere...