miércoles, 2 de diciembre de 2015

Dureza






Aunque ella aún no lo sabía, en realidad, aquella esclerosis en forma de almendra que le estaba creciendo en el pecho, había comenzado en el corazón dos meses atrás. Fue terminar la frase “y desaparece de mi vida para siempre” y endurecérsele la válvula tricúspide, todo a la vez. 

Día tras día la dureza se extendía como una gota de aceite en un vaso de agua. Primero le alcanzó el pezón izquierdo, luego se desparramó hasta el ombligo rodeando su cintura al encuentro de la espalda. Al llegarle la corteza a las rodillas, ya tenía un primer brote de hojas tiernas en el hombro derecho.

Una mañana de primavera contó tres ramas en cada mano. Fue entonces cuando decidió salir a buscar un terreno profundo donde enraizar. En uno de los parterres de la Plaza del pueblo quedaba un espacio soleado junto a un frondoso alibustre. Le pareció un lugar céntrico y muy adecuado para pasar el resto de su vida. 

Se descalzó y con pequeños pasos entró en el parterre. Aferró los dedos de los pies a la tierra esponjosa. De los meñiques y los pulgares crecieron unas raíces vigorosas. Mientras éstas descendían en busca de agua, las ramas de sus brazos ascendían hacia la luz del sol. Sintió como su ombligo se estiraba creciendo en las dos direcciones.

En septiembre ya era un alibustre más de la Plaza, un árbol de flores insignificantes y frutos inútiles cuya única virtud es la de poseer unas hojas perennes de un verde brillante. Había crecido sin control adoptando un aspecto salvaje y desmelenado. 


Antes de las fiestas de San Miguel, como todos los años, el jardinero del Ayuntamiento adecentó los árboles del pueblo dándoles formas primorosas con el arte de sus tijeras de podar. La copa del árbol nuevo de la Plaza le inspiró un corazón, y la de su vecino, que antes de alibustre  fuera un mozo despechado, una gran paloma de la paz.

martes, 24 de noviembre de 2015

CONCIENCIA CORPORAL: CONECTAR



En esto consiste la conciencia corporal, en echar raíces fuertes para anclarnos a nuestra realidad interior y dejar de tergiversar la realidad exterior; es sentir con el pensamiento corporal, observar cómo reaccionamos dentro ante lo que viene de fuera, conectar la mente con el cuerpo y las emociones, silenciar las justificaciones, las interpretaciones, los victimismos, las subjetividades, los engaños que crea nuestra razón para evitarnos el sufrimiento o para intentar saciar nuestros deseos al instante.

Consiste en experimentar y reconocer lo que nos hace sentir bien y también lo que  nos angustia,  en un ejercicio de máxima sinceridad con nosotras mismas donde lo socialmente bien visto y lo políticamente correcto no tienen cabida, donde conectamos con nuestras pulsiones, nuestros instintos, bajezas, deseos auténticos e inconfesables, nuestra fiereza, nuestra ternura, nuestra compasión... En definitiva, es conectar con nuestra esencia animal. Las mujeres tenemos suerte porque tenemos más capacidad para hacerlo, no en vano estamos más conectadas con la vida y con nuestro cuerpo. Llevamos ese potencial aunque al ser absorbidas y adaptadas al mundo patriarcal lo perdemos en gran medida. Entramos en la política, en la educación superior, en la empresa... y nos adaptamos a sus normas patriarcales alejándonos de nuestra esencia ancestral de mujer.



Pero la conciencia corporal no sólo nos conecta con nuestro cuerpo y nuestras emociones, también nos permite identificar nuestras fortalezas y nuestras debilidades, descubrir además nuestros dones. Este contacto con nosotras mismas nos permitirá ver la realidad exterior tal como es y gracias a ello podremos discernir, elegir y dirigirnos hacia nuestro propósito real en la vida, eso que nos hace florecer como personas, eso que nos hace sacar el máximo partido de nuestros dones. 

Todas tenemos dones, aunque nuestro pensamiento racional en algunas de nosotras los desconozca. Conectar con el pensamiento corporal, liberarnos de la subjetividad nos ayuda a encontrarlos.

Y cuando todo esto se entiende, la vida ya vivida cobra sentido y el presente deja de hacernos daño. Una vez lo comprendemos ya no hay vuelta atrás. La claridad nos invade.

Sin esta claridad, una parte de nuestro pensamiento idealiza la realidad para intentar satisfacer nuestros deseos de sentirnos bien o acompañados y en el caso de la pareja toma lo primero que pilla, lo que le parece menos malo y crea una imagen transformada e ideal para que nuestro deseo se apegue a ello. Nos confunde pensando que eso es amor, pero todo lo que no nos haga florecer y nos limite no puede serlo, es tan sólo un sentimiento producto de la razón necesario para calmar la emoción del vacío que nos provoca "la soledad", una soledad que no es otra cosa que la desconexión con nuestro pensamiento corporal, con nuestra verdadera sabiduría. Con claridad elegimos a un compañero que transita por su propio camino junto al nuestro, no a un ser al que apegarnos.



La razón hace lo que tiene que hacer, para evitarnos el sufrimiento instantáneo, calmarnos la ansiedad, pero este mecanismo nos impide conectar con la realidad y comprender. Nuestro pensamiento corporal, por el contrario, no se engaña y sabe que no florecemos, acumula la verdadera sabiduría de la experiencia, por eso sabe que giramos en círculos viciosos dañinos. Si este pensamiento o mejor dicho, si esta sabiduría está desconectada de la razón, será esta ultima la que domine y promueva los actos que ella misma proponga sin escuchar al pensamiento más básico y ancestral. La razón no es nuestra enemiga, pero puede serlo si está desconectada. Los motivos que provocan la desconexión están en nuestra infancia, en lo que nos transmite nuestra madre a su vez desconectada y una sociedad patriarcal que tiene pensado para la mujer un papel de sacrificio que nos impide poner el foco en nosotras mismas. 

Tenemos que conocer la parte racional de nuestro pensamiento, identificar sus mecanismos para ser capaces de silenciarlo de forma que el foco de toda nuestra mente se dirija hacia lo más básico que hay en nosotros: cuerpo y emociones.

No es un ejercicio sencillo porque la función de la razón es anestesiarnos constantemente y cuanto más hemos vivido sin entender todo esto, más familiarizadas estamos con el control que ejerce constantemente esta parte del pensamiento. Su resistencia siempre será mayor cuanto mayor y más largo haya sido su papel dominante en nuestra vida.

Pero a la razón no podemos dejarla sin papel cuando renacemos en la conciencia corporal, sería como prescindir de su potencial, tal y como hemos prescindido del potencial del pensamiento corporal hasta este momento de revelación en nuestra vida. Necesitamos transformarla para que trabaje en nuestro propósito en la vida de la mano de nuestro pensamiento corporal. En realidad la razón es la única parte del pensamiento que se reconoce a sí misma y que puede silenciarse: entrenémosla para ello.



El papel del pensamiento corporal es crear nuestra sabiduría. Acumula lo que está en nuestros genes, nuestro instinto (lo que nos conforta el tacto de otro ser humano, lo que nos asusta el trueno, lo que nos calma el mar o el bosque) pero también todo lo aprendido (que nos guste el pan y no el hígado de los animales, que nos guste más la novela que la poesía, que nos de miedo volar o nos encante... Depende de la experiencia de cada una). Somos una parte instinto y una inmensa parte lo aprendido gracias a la experiencia. Cuanto más experimentamos más aprendemos, más sabiduría almacenamos y más podemos crecer. Y esta certeza es un arma de doble filo porque cuanto más vivimos desconectadas, más tiempo le damos a la razón para sofisticarse y diversificarse en el arte del engaño y a la vez más experiencia y sabiduría almacena nuestra conciencia corporal. Y ese conocimiento almacenado en una vida atormentada que necesita constantemente la anestesia de la razón puede devenir en enfermedades de todo tipo, mentales o corporales (si nuestra mente es fuerte), o incluso en la muerte. El dolor y el sufrimiento que producen las experiencias negativas se acumula una y otra vez sin dejar nunca de hacerlo. Si la razón está desconectada del dolor, no sabe como evitar todo aquello que nos daña, no lo evita porque sólo sabe tergiversarlo, idealizarlo para soportarlo. Deja que se acumule sin remedio porque no sabe elegir lo que le hace bien o incluso tiene preferencia por lo que le hace mal porque es lo familiar. Pero ese dolor está ahí, sumado, agregado, acumulado, en gruesas capas, no es experimentado pero tiene que doler y acaba doliendo en lo orgánico, nuestra materia con la que nuestra sabiduría corporal sí está conectada. 

De ahí la urgencia de tomar en serio el sufrimiento y actuar, buscar, anhelar la sanación sobre cualquier otra cosa. Cuando buscas y tu energía la focalizas en esa búsqueda, encuentras y la búsqueda al final te lleva a conectar con la sabiduría corporal. No hay otro camino seguro que conduzca a la sanación. No hay atajos ni alternativas.

Conectar es el paso más importante, es el primero, el origen del renacimiento, pero no es el único ni el último. Este camino se transita hasta el ultimo aliento. 

El siguiente paso es si cabe más difícil y de ahí que darlo dependa de nuestra convicción y deseo de sanación. Consiste en soltar todo aquello que nos lastra, que nos hace sufrir, que nos impide florecer. Porque todo en la vida pasa, pasa la infancia, pasa la juventud, pasan los padres, los novios, los hijos... Cuanto menos nos cueste soltar, menos tiempo nos quedaremos dentro del círculo vicioso y más floreceremos. Soltar lo tendremos que hacer hasta el último segundo de nuestra vida. En ese instante habremos soltado todo, incluso nuestra propia conciencia.



La conciencia sólo habita el presente, el ahora. Estar conectada tiene que suceder en el presente, en este momento y en el momento futuro cuando se convierta en presente. Sólo el presente es consciente. Sólo el presente es real. Nos puede tocar una vida longeva o podemos morir al nacer. Ese será nuestro tiempo, una sucesión de momentos presentes, de momentos conscientes. Sin conciencia no existe la realidad, sin conciencia, el tiempo es infinito y no existe.


Si lo necesitas, no lo pospongas: busca el camino y vive conectada cada momento de tu vida. Florece.

viernes, 5 de junio de 2015

No se ama a quien se teme

Y pasa el tiempo y no se cura. 

Y paso yo, de la niebla de no querer recordar, del dolor agudo del rencor, de la cima del orgullo recuperado al fondo del lago verde donde todo es nítido y todo se vuelve crónico. 

Nunca quisiste arreglarlo porque al final yo entendí que la herida era de muerte. No tenías las palabras, tampoco querías buscarlas, pero en el fondo me temías y no se puede querer a quien se teme; me odiabas y te vengabas amándome a golpes y placeres.

Volví por ti porque todo me aburría y tú eras un reto difícil pero seguro: te conocía, y caerías a pesar de haber sido cruel contigo. Puse a prueba tus estrictos principios para que supieras lo bajos que eran tus instintos y conocieras tu falta de nobleza. Sabía lo ruin que es un hombre que presume de superioridad moral ante una mujer porque antes que bicho soy humana. 

Me burlé de tu dignidad haciendo que volvieras con la araña que te dio la puñalada, y nada de eso se puede perdonar por más que llorase abierta de piernas sobre la cama al verme el alma negra retratada. 

No te extrañe: la desconfianza no pesa al que la engendra sino al que la carga como su lápida, y por retener tu juguete en mi cama jugué al juego de humillarme y ponerte en bandeja de plata el arma de tu venganza. Te encontraste, sin buscarla, a la perfecta malvada masoquista y pudiste sentirte poderoso maltratando a quien se lo merecía.  

Nos hemos odiado a salivas y sudores, nos hemos deseado la muerte en nuestros brazos, nos hemos arañado en pedazos y comido nuestros corazones. Tú también lo has hecho, no lo niegues. Yo también me he desesperado de amor contaminado, porque por más que se intente pasar el trapo al alma, no tiene salvación lo que renace podrido, lo que se nutre sólo de temores. 

Y pasa el tiempo y esto duele... ¿Hasta cuándo te veré por los rincones?

miércoles, 17 de septiembre de 2014

La mano de Abraham



Te amé como se ama a un padre
y no lo he sabido 
hasta que he amado como se ama a un hombre.


The birth of Darth Vader by avimdesign

sábado, 10 de mayo de 2014

FIN DE CURSO

Robarle horas al viernes,
Robarle horas al sábado.
Sabiendo que es cuestión de días;
Sabiendo que es cuestión de lo que nos resta de vida.


sábado, 19 de abril de 2014

ESCENA DE PORTUGAL

Tengo que volver a las razones por las que te dejé para no pensar en los motivos por los que te amo. Ni esta playa de Portugal me aleja lo suficiente de ti, ni la compañía del hombre bueno que dormita a mi lado.

Cierro los ojos y dejo al oído que ocupe el lugar de la vista. Los objetos a mi alrededor interpretan una curiosa partitura.

El mar que fustiga la orilla es el bajo continuo e insiste en repetir "estúpida" cada vez que descarga su látigo de espuma contra la arena.

El contrapunto lo dan las risas de las gaviotas.

La cadencia de la pelota de palas marca el compás mientras una pareja de jóvenes españoles cantan a dúo el pis de su hija: negocian quién cambiará el pañal.

Huele a pesca seca, pero ese es otro sentido distinto al que he escogido hoy. Hoy sólo escucho; me escucho.

Olvidarte es la única manera de que vuelvas.


viernes, 21 de marzo de 2014

TODO ES NIEVE ALREDEDOR

No hay luna enmarcada en la ventana sino un patio de chimeneas. Al fondo nos espera una cama grande y dura forrada de sábanas radiantes y almohadas blandas.

Después de tanto tiempo debería ser todo raro. Raro tu olor, rara tu piel, raro tu sexo,
pero es como volver a casa, salvo por las paredes anónimas que nos rodean.

No puedo esperar a que lo hagas tú y te desnudo; quiero volver a ver tu ropa interior blanca; quiero verte contonear tus carnes blancas de nácar; enroscarte como una boa albina ahíta sobre las radiantes sabanas blancas y las blancas almohadas blandas.

Miro mi cara en el espejo y me avergüenzo. Me has atraído después de abandonarme, y aquí me tienes, entregado, rendido, incapaz de salir huyendo de tus dulces brazos.

Y vas a cobrarte tu presa cual araña cautivadora y peligrosa. De frente yo en el espejo, excitado; debajo tú sobre la cama, llorando. ¿Por qué lloran las arañas cuando se abrazan a su bocado?