lunes, 3 de febrero de 2014

A mar y cantos





Yo soy los cantos negros de la playa que gimen cuando el mar deja de lamerlos. Los miro hipnotizada y no puedo evitar jugar a hundir mis pies entre piedras y algas y después sacarlos y ponérselos a una ola para que me los lave. 

Juego yo; tú hablas ajeno a la música de crótalos. 

Juega también el sol de tarde con las nubes y siento frío y me besas, es hora de marcharse. Y estoy en otra parte porque hago un viaje que terminaré mañana. 

Mañana me agarraré con fuerza a ti y lloraré para soltar todo el miedo que me da la vida. Será un instante de vértigo y no lo entenderás; sólo sentirás que he dejado en tus manos algo frágil y remendado y no sabrás qué hacer con ello.






sábado, 1 de febrero de 2014

Frío por dentro

Lo hemos dejado en el mismo lugar donde lo empezamos el verano pasado.

Y hemos cambiado. Tanto como el perfil de Madrid al que das la espalda y yo miro atravesándote como si no existieras. Entonces se derretía; ayer se congelaba casi tanto como mi corazón. 

Nunca más te fiarás de una mujer que no endulza su café.

Me despediste como nos saludamos aquella primera vez, con un beso en la mejilla, pero éste sabía a fin.

Quise darme la vuelta para decirte adiós con la mano y el gesto conciliador se me quedó ridiculamente colgando en el aire. Ya estabas dentro de tu coche y mirabas hacia delante. Noté alivio; no hubiera podido simular que flaqueaba.

Sé que esta mañana te sentirás a morir pero no puedo hacer nada por ti salvo embutirme de nuevo el traje de libertad para ayudar a que cierre tu herida.

Sólo se conoce a una mujer cuando se la deja marchar. 

Ámame para siempre.